El título lo dice todo. Bueno, no todo, pero muy cerca del todo. 99% del todo. Casi todo. Solo le falta decir que hierbas, y esas me las se yo no más.

martes, 29 de abril de 2008

Agenda cultural del 25/04 al 27/04 o de como diferenciar un sapo de una rana

Se supone que los panoramas son para la entretención en el futuro próximo. O también para mirar el allende los Andes, en lontananza, a la distancia, desde el ya clásico mirador, ese a donde uno quiere llevar a la socia en las típicas noches estrelladas de película yanqui ochentera con Maiquel Llei Focs como protagonista en zancos, para mostrarle todas las (suyas propias y del derredor) bondades presentes. Pero el pasado güiquén es digno, bajo toda óptica (sea geométrica o cuántica, see references therein) de mostrarse como ejemplo de Panorama, incluso con la cancioncita un tanto gilipollas (si jóvenes, la palabra es con "s" al final: este recodo virtual lo educa también) que ponían cuando pasaban por la tele los eventos findesemanísticos. Si Yolanda Montencinos estuviera con nosotros, probablemente diría (siempre tocándose ambos pulgares con los índices de cada mano, como si hiciera un cero, y moviéndolos de manera simétrica con respecto al eje de simetría de la chiruca, mientras sus muñecas hacían movimientos de giroscopio y una luz con el terrible guataje iluminaba a la periodista, que miraba directamente a la cámara 3, y al panel de fondo, hecho en plumavit pintado de ordinario azul con el blanco símbolo del canal del angelito) que "el panaroma de este fin de semana es ominosamente extraordinario" o alguna frase con buenas palabras del tipo pregunta de término excluído. Bueno, en este caso, le hubiera achuntado medio a medio.

Viernes 25/04:
Ya me despierto y ya sé que nos fuimos al quinto pino (esa es pa' Diana, que probablemente lea esto el día en que me entienda hablar a la primera). Día cortito en el laburo, esperando el Sena en la tarde-noche. Café yanqui "estarbac" en Les Halles, con copucha all-inclusive. Más tarde comenzamos con algunas blondas al lado del río, mientras la banda improvisada Kusturicamanía aplicaba la canción de Gato Negro Gato Blanco (no confundir con el de tetrapack) por enésima primera vez. Estadísticas, tanto internas como externas, by Rata. Buena conversa, buena compañía, buen clima. Podría seguir con los buenos, pero no quiero gastarlos. Faltan todavía dos días.


Sábado 26/04:
En mi cama, dormían dos lolas. Antes de que usted, lector compungido por el libertinaje europeo que se exuda por la pantalla y llega a sus claros y límpidos ojos directamente a su dentror, transparente cual cielo del Elqui, déjeme asegurarle que no les hice mal alguno...
Bueno, después podemos definir lo que es el mal, es su sentido más epistemológico. Y pape para el siempre cochinón de Beauchef que siempre piensa solamente en la mardá. Para su tranquilidad, yo dormía en otra cama, alejado lo suficiente para no escuchar ronquidos y ruidos varios, de los cuales protegí mi psique (aún así igual quedó pa'l ñafle, para eso lea ci-dessous). Clau y Cristina llegaron un Miércoles, y debido a mi ñoñería, de la que culpo concretamente a la ausencia de UCTV y Pipiripao en mis años mozos cuando vivía en la muy nombe y muy leal, me dediqué a trabajar y sólo pude jugosear hasta el mentado güiquén. Es más, sólo desde la tarde del Sábado. En la mañana, temprano para los estándares de la gente pensante, me desperté y tomé el tren en dirección de la Polytechnique, donde junto con otros especímenes desprovistos de miedo a hacer basura sus meniscos, nos dedicamos a hacer correr nuestras poncheras detrás de la redonda. Luego de esto, usufructuamos del caregallo para hacer, como muy bien dijo Mr. Ford (sorry George, you're done being who you were) una "barbeque". Así es como la gente pudiente llama al coloquial asaito. Carne a la parrilla, blonda fría, "dentro de lo razonable" como bien argumentaba M, jugo o zumo, da igual. Un tiempo de esparcimiento virtual (I kid you not, en el X tienen "Street Fighter v/s King of Fighters 98" donde uno puede jugar gratis: claramente el nivel de ñoñez para no echarse los ramos pasando la mitad de tus horas de vigilia haciendo Hadouken no tiene tope), donde me sentí de vuelta en "los videos de la 1 oriente", para luego tomar el RER-B (pequeña siesta, gran olor) dirección Saint-Michel. Caminata con pan suedois, dirección Quai Saint Bernard, comme d'hab. Reunión con La Asefe en pleno, para despedir a la Ceci que se iba a Chile (un beso pa' usté!), mientras típicos paracaidistas 'chutes se acercaban a pedir amablemente vitales elementos. Tocarra de Iver, cantando "mi abuela/enumanoyo/no me trates de engañar".
Doble C (Clau y Cristina) llegaron más tarde, buen paseo se mandaron por París. Ya todo era o de piña o de manzana (4 para mí ese día, me volví adicto al azote de Eva). "Están de acuerdo?", les preguntaron a mis visitas, a lo que dijeron "Ah?". Eso quería decir, "Si, estamos de acuerdo en que vayamos todos al depto de C: a continuar lo que no quiere acabar". A veces se necesita traducción, lo dice alguien que siempre necesita traductor (se venden por separado). Metro Tolbiac, Cabalgata Deportiva Gillette hacia mi casa, conversa que claramente no se parecía a "Almorzando en el trece", pero más al Maldita sea del Salfate y del Pera. Vecinos alegando porque el cielo es azul. Algunos muertos en vida sobre mi cama, mientras Iver, Campitos y todos los demás gozaban de lo lindo de Eric, el sapo. Nunca supe cual era el verdadero nombre, porque la Clau le cambiaba los nombres como tipos de risa ella tenía. Y todos te hacían reir. Lo importante es notar es que Eric es un sapo, no una rana: lo busqué en internet como media hora a las 5 de la mañana (lo reconocerán por sus puntitos en la espalda, de eso me acuerdo). No hay nada que discutir ante tamaño adminículo. Sólo decir que fue el alma de la fiesta. Seguido muy de cerca por Doble C. Mejor, déjemoslo en Triple C: (regalo para ustedes dos, carefrutillas).

Domingo 27/04:
Despertamos tarde. Naaa, mentira: ellas despertaron tarde, yo soy C: por lo que la tontera me invade: desperté a las 10. 3 horas de sueño no hacen mal.
Salimos tarde. Naaa, mentira: ellas salieron tarde, son mujeres por lo que puedo culparlas de toda demora. Tengo que ganar en algo (Cristina, tus calcetines son excelentes como hisopos).
Fuimos a echarnos un rato al Jardín de Luxemburgo (quizá de ahí el repetitivo deluxe) bajo un buen pedazo de sol, luego de haber pasado en frente del Pantaleón (ni el bar, ni el edificio, un híbrido raro, como la inteligencia militar). Naaa, mentira otra vez: se puso a chispear a lo que debimos recurrir a salir del pasto y sentarnos en las sillas locales, que increiblemente no son robadas del jardín.
El Odeón les sonreía, mientras al dar vuelta la esquina veíamos la exposición de fotos del Figaro. A veces la envidia está totalmente justificada: fotos como esas salen una vez con suerte. Mucha suerte. Y tuvimos el gusto de verlas, con buen tiempo y en tamaño ándate cabrito (trademark del Hermes, que la lleva terrible). Café para mí, jugos (bebestibles y de los otros) para ellas.
De vuelta a la casa, ordenaron el bolso y vieron películas. Digo vieron: yo valía el chicle pegado en la suela del zapato que boté hace dos años tener pegado un chicle tan ordinario, o sea, nada.
A la mañana siguiente se fueron dejando el depto tal y como estaba. Naaa, mentira: estaba mucho más limpio.
Naaa, mentira: se sentía más vacío.

C:

jueves, 24 de abril de 2008

Waaaaaaaaaaaaajajajajajajajajajaja o de como debe haber dolido eso Pichi!

Self-explanatory debería ser el nombre de esta entrada, si supieran 3 palabras de antemano: Amsterdam, Asefe y C:.
Como si fuera un capítulo de Lost, pero sin el pelao Locke, que, para que estamos con cuentos, es el que la lleva en la isla/realitichou/mansion pleiboi (o creen que encualquier avión que viaja por los cielos estrellados del mundo andan guachas como la Sun?): el fin de semana pasado, un grupo de 10 partió con ojos llenos de esperanza hacia Amsterdam. Algunos llegaron antes vía tren (Gaby y Dany), otros temprano en el apasionante viaje en bus con contigente yanqui del tipo "it's like, you know, huh?" (inclúyome y adjunto a Iver, Rata, La Máquina y MariLu) y otros después (Ñaño(F), Ñaño(M) y Jorgito). Todo esto para celebrar el primer año/litro de la Asefe en pleno, con sus buenas y malas gestiones, pero nunca solos (whisky y brandy nos acompañan siempre). Lo que sí es claro es que no voy a darles la lata con lo impresionante que fue el suicidio neuronal o de como la teoría de Rata sobre como las neuronas son como búfalos o bueyes o algún cuadrúpedo patán que gusta de correr por la planicies o de como el dinero se hizo humo (no pun intended number 2). Menos contaré que lo que pasó en Amsterdam se queda en Amsterdam, o por último no queda en ningún lado (casi como el lago que desapareció, pero esta vez mental). Ni voy a comentar nuestro jugo industrial las dos noches que pernoctamos en los tugurios holandeses (yo creo que la fábrica de Watts no alcanzaría para describir la cantidad de jugo/minuto que dabamos; para el regalón o la regalona, sólo por 500 pesos, de parte de importadora ChiwaPhulento). No viene al caso, y aún más, no hay caso.


Lo que les voy a contar es sobre el juego. EL juego. A pesar de ser un tipo versado en encontrones con las fuerzas g (sino no me hubieran puesto ficha de astronauta), nunca me había enfrentado a tamaño monstruo acelerador. 4.3 g no es poco (La Máquina debe tener una sonrisa de oreja a oreja porque logró hacerme decir que sí, él tenía razón en su estimación y que yo otra vez andaba con el teniente Bello comprando pan de molde: punto para ti, mostro máquina gurú transformer repartidor de diario Ayatolah presentador de productos de belleza tarro de Milo de quinientos cecés tractor amarillo inestabilidad elíptica). El jueguito este es sencillamente un palo con una silla amarrada a ambos extremos que gira por su centro. Eso sí, cuando digo palo quiero decir un tubo de 50 metros de largo. Subirme me dió tiritón, eso lo aseguro. Pero la recompensa lo valió con creces. Desde el ápice estando invertido en la sillita de playa, ver como el suelo se acerca a velocidad vertiginosa, mientras tu estómago se comprime como pan con queso en guaflera y tus ojos se llenan de lágrimas como nana que pela cebollas mientras ve el final de la Madrastra, es una sensación irrepetible. Bueno, hasta la otra vuelta de la silla por el mismo punto, pero esta vez un tanto más rápido. Más rápido. Y más rápido. Hasta que tus gritos no se escuchan porque ya no son gritos: es pura e incontrolable risa. Para mi lo fue así (para Ñaño(M), no). Nunca me había reído tanto, por tanto tiempo. Fue como comprarme un Tony Caluga envuelto en Alvaro Salas mientras veía TVCondoro Nights Again Forever Alive (Pato Stravosky y el socio que andaba con la Camaggi me alegraban los Lunes con sus videos dolorosos, Pichi!). En cada vuelta, más risa, más luces que veía a lo lejos en el suelo que se prendían acercándose y menos voz, porque reirse tan fuerte cuesta (es asequible: no cuesta la dignidad, por decir algo).
Volviendo a vivir a 1 g, la risa se disipó aunque tomo tiempo.


Hasta que me subí de nuevo.
Había que seguir riendo.

C:

miércoles, 23 de abril de 2008

Regla número uno o de como enfrentar una coyuntura

"Eh mec, ven acá", me dijo el sociate, un tanto regordete (la familia Escobar Iturra hace su primera apareción, pero sólo como parte del primer acto, casi como nota al margen), mientras intentaba de manera ineficaz agarrarse con dos manos a esos grandes cilindros de publicidad JCDecaux que más parecen casa de pitufo superdesarrollado, en la Place d' Italie.
Adivinando bien lo que C: hizo luego, uno podría inferir que cruzó la calle, se paró lo más cerca posible para poder ver al tipejo, pero suficientemente lejos para no intoxicarse con la vaporización alcohólica del personaje y escuchó lo que el pequeño hombrecillo quería decir, para luego continuar el rumbo a la casa. Bueno, casi se ganan el auto!. A pesar de que lo único que tenía en mente a estas altas horas de la madrugada luego del duro día laboral (duro es un understatement, estaba pasando por una fase destructiva para poder ir a Chile con la conciencia tranquila, tiempo libre y guata limpia, con Palta en el horizonte), me quedé un rato conversando con el engendro este. La conversación fue lo más cercano que he estado a aparecer en el Mea Culpa; estaba esperando que Carlos Pinto, saliera para que con su voz de ultratumba bien new wave me contara las peripecias del Chacal de Clignancourt (así le pondría yo, si fuera periodista). El personaje en cuestión me cuenta que venía de salir de la cárcel, donde estuvo 20 años por algún crimen (no, si le gustó estar dentro porque la comida era rica y le hacían la cama, Duh!), que una señorita francesita no lo pescó a la salida del metro, a pesar de ser "pintoso, interesante y creativo" (lo bueno es que era modesto para su pinta de ewok marginal con adicción a E! o al programa del médico beberlijils que le hace al Kung-Fu) y que no sabía que hacer. "No sé que hacer, porque... no sé que hacer. O sea, lo que pasa es que... no sé que hacer, no sé que hacer". Casi salgo con una empanada clásica de Claudito, del formato lo primero que tenés que hacer es dejar la milanesa, gordete, pero con fuerza de voluntad me aguanté. Le dije, con mi francés de pendejo de cinco años con frenillos (más alguno que otro quoi) que me dijera cuales eran las opciones.
"Mira", me dijo con un ojo mirandome y otro apuntando a Ceti-Alpha Centauri o alguna estrella famosa porque salió en Star Trek, "cachai el auto que está ahí?", apuntando a un auto completamente estándar, de esos que definen la palabra convencional, en color rojo convencional, con puertas, ruedas y hasta sticker convencional, que estaba con la puerta del conductor abierta en medio de la rotonda de la plaza. "Ese me lo robé, y no sé que hacer". Regla número uno, estimados: cuando un franchute les dice "no sé que hacer", no le pregunten "que puedes hacer". A menos que sean C: y les quede frente después de agarrarse a charchazos limpios por ser tan gil.
"Puedo agarrar el auto, llevarlo donde mis potes, que lo desarman y me hago la América". "O puedo ir a entregarme a los pacos" que increíblemente estaban a la vuelta de la esquina, en la french cuca, estacionados, probablemente jugando con sus lumas a que eran ObiWan Kenobi o algo aún más ñoño. "O podemos agarrar el auto e ir a comprar unas chelas".
Hay veces en la vida en que uno llega a la bifurcación y sabe que hacer, aunque después no se tenga una perra idea como se hizo. Este fue uno de esos casos. Con astucia sin igual (sin igual, porque con probabilidad epsilon tan pequeño como se quiera lo hago de nuevo), le dije:

"Tu sabes que hacer. Me preguntas a mi porque no quieres hacerlo"

Fashion Ewok me mira y me dice, entre borrachera y sueño, "Tienes toda la razón". Se da media vuelta y camina directo a la french cuca. C: no se quedó para ver el final. La astucia todavía estaba on. Caminé directo a mi casa, para poder contar la anécdota. Al día siguiente, el estándar rojo ya no estaba. Y yo no me quedé esperando a que apareciera.

C:

miércoles, 16 de abril de 2008

Polea sin roce o de como proteger el tracto digestivo

Lamentable. Es lo único que puedo decir sobre esta parte de mi historia.
Incluso, puedo decir que ni siquiera es mía: me la adjudicaron vilmente tras una de mis intervenciones fuera de lugar, contexto y tiempo. Típico que es de C: (no de Costa).
Patio de Beauchef, (excelentes fotos de SushiKnight), cuando ya el calor estaba yéndose, en Abril. Aunque también puede que haya sido cuando llega la Primavera, en Octubre. La cuestion es que ya comenzaba el calorcito y recuerdo como si fuera ayer que no habían beldades que mirar (todavía tenía anticuerpos para el Síndrome Beauchef), salvo una que otra fórmula matemática o afiche de fiesta de enfermería de alguna universidad con nombre de prócer patrio (Adolfo Zaldívar no cuenta). También recuerdo a M, que con su pelo aún largo (él muy fresco tenía "la revisión técnica del auto" justamente el día del mechoneo, por lo que su melena soporto largo meses; él alega que quería ser vapuleado por las hordas bochefianas e increíblemente yo le creo), me comentaba sobre algún reclamo de algún control sobre alguna materia que a alguna persona le importaba. Yo sólo pensaba en López, un vil especímen de procedencia Ovalle, de potente tracto digestivo pero débil resistencia a libaciones alcohólicas. No merece comentarios en este recodo, ni positivos ni negativos, sólo un descontento animal hacia su existir por la tremenda embarradita que dejó en mi cuchitril de Vergara (muy, pero muy buena palabra). Como nota al margen, trataré de encontrar el famoso número del Boletín Sei (paskin mensual bochefiano donde C: comenzó el jugo escrito, que ya hasta suena poético) donde vertí toda la rabia acumulada a tamaño engendro. Mi tele (hueso santo en Vergara), cama, cubrecama, tina, vajilla(!!!!) y alfombras lo recuerdan con tanto cariño como los yanquis a Katrina. En eso estaba, en medio de descargas airadas donde la tres cuartos de las palabras eran improperios y un cuarto onomatopeyas, cuando Compipa llega con el típico "Como va Compañero". Shasca al viento también, comienza a meterse en el cuento de las aventuras de López y a disgregar hacia la leyenda de Vector Unitario. No sé como, pero yo dije algo del formato:

"Ser Vector Unitario no es ni un brillo, es muy ficticio. Así, yo me creería Polea sin Roce..."

Dicho y hecho. En seguida pasé de ser C: a ser la Polea sin Roce (antes había sido Kbzon en el colegio y algunos me llamaban Profeta de Peñalolén). La noticia me pareció simpática, hasta que compañeros de José Guajardo, hermano de MarioEdo, comenzaron a buscarme para preguntarme si yo era "Falcón, el loco que se creía polea sin roce...". Mucho tiempo libre, o demasiado Starcraft para ellos. En parte, esto estaba con el fuelle de diversos carteles pegados en los baños de Química y Física, donde se hacía explícita la frase. Tuve que escribir otro texto en el Boletín Sei para explicar que, a pesar de decir tanta tontera junta, nunca he sido LA tontera. Algunos todavía lo creen. En realidad, no están tan lejos.

C:

Sol o de como la costumbre hace al sujeto

Llegó. Tarde, bien tarde, casi "día del juicio final" tarde, pero llegó.
Casi como pa' una canción de Claude Francois, pero sin el toque romanticón. Es que se demoró por lo menos tres semanas en asomar la cabeza. No es por comparar, porque la comparación es tan buena como el que la hace (o sea, ándate cabrito de mala en este caso), pero conozco mujeres que se arreglan más rápido. Y a Jarita, pero ese es caso a parte (nunca he entendido que cresta hace, pero se puede demorar más de lo que me tomaría resolver un control de la U de algún ramo con nombre artístico del formato Mecánica del Continuo y Ondas, escribiendo con el pie izquierdo mientras balanceo dos platos en cada mano con los típicos bambúes de 2 metros, casi como si estuviera en un circo chino). Es más, pa recibir al míster radiación UV, me puse a cantar (si, si sé, ya lo he dicho varias veces, pero es lo que hay, me pongo FM cuando ando medio contento) Jir cams de san churururu por la Avenue d'Italie, para llegar al trabajo. Miradas de risa me llegaban, aunque no estaba seguro si era por mi entonación rompevidrios (sorry George, no can do 'bout that), por mi cara de felicidad por el excelente Pan con Pan que iba comiendo por la calle o porque ellos andaban contentos al tener un poquito de ese calor que molesta en la espalda y hombros cuando uno anda sobre-abrigado. Un tanto tarde también llegué al Laboratorio, pero esto ya no es sólo culpa mía, sino colectiva (más de uno es colectivo, señores; es decir que para sacarse las culpas, búsquese un cómplice) : en casa de Rata, nos juntamos ayer a pasar el rato, discutiendo tonteras no tan tontas y seriedades para nada serias. La vuelta, con frío de ese que te hace pensar en lo equivocado que están los esquimales, terminó con un C: enojado por la maldita primavera (no pongo canciones de Yuri, pero el subterfugio lo uso igual). Hoy, salió el sol. Tarde, casi como si siguiera la costumbre chilena de no seguir los preceptos normales y llegar a la hora señalada. Decir que el sol es chileno no es tan ridículo: ya la Luna es chilena. Los que saben, chapeau. Los que no, ahí les va el hint: un muy astuto talquino (si, hay un talquino astuto, yo no me meto en la pelea) patentó la Luna en los sesentas. La N.A.S.A le mandó una carta pidiéndole permiso para ir a su "terruño". Claramente, aunque el socio hubiera dicho que no, los yanquis hubieran ido igual. Y ellos probablemente hubieran llegado a la hora señalada. Hoy no lo hice, pero nadie en el trabajo me miró de mala manera. Total, la costumbre hace al sujeto.

C:

lunes, 14 de abril de 2008

Palta o de como saber la forma del de arriba

Para los regalos, soy el bonus. Se los canto inmediatamente. Altirante, como diría el Nano, el Baucha y el Perico, de los Chileneros.
Si es con intención, ya vale el gesto, que es el fondo. La forma, es pa' las pasarelas.
La cuestión es que hoy me dieron un regalón, donde el fondo era verde y suculento.
Me regalaron una Palta.
Traté de esconder la cara cabro chico con juguete nuevo, de esos que gritan y saltan como si el mundo y el Ritalín se les fuera a acabar. Eso si, la sonrisa Pep (bueno, no Pep: muchos cafés hacen un tanto dificil un "buen teclado", como diría Jorge Hevia, maestro del manual de Carreño) se salía por todos lados. El que me conoce (si poco y nada me conocen, poco y nada importa: lo digo casi como presentación oficial de mis sandeces, maquinaciones e incoherencias) sabe que:
  1. Tengo una leve tendencia al atropello de palabras. Como que se me lengua la traba, lo que implica sendas repeticiones, por abajo. La Máquina podrá decir que la parte "de palabras" está de sobra. Aguila, mi salvador, puede constatar fehacientemente el hecho, luego de su providencial salvada en Barcelona de sus micros asesinas.
  2. Me cuesta un tanto quedarme callado. Y si le une que cuando me pongo nervioso tiendo a hablar un tanto más de la cuenta, esto escala a situaciones irrisorias, como la vez en que me dijeron Bájate
Pero también sabe que casi mi único placer culpable es la deliciosa nuez (la tele no cuenta). Digo casi, porque se cuenta el milagro pero no el santo. Santo o santa. De eso, sé pocazo. Lo que si creo saber es que el de arriba es mujer. Al final, todo tiene sentido, sólo que yo nunca alcanzo a agarrarlo, casi como si Dios jugara a los dados con el Universo, para puro molestar a don Albert. Niels Bohr debe estar revolcándose de la risa en su sepulcro, aunque haya sido machista hasta la médula. Esto que pienso no tiene nada que ver con el feminismo francés de los '90, o las burradas de Hieros Gamos de Dan Mr. Código Da Vinci Brown o de los barbudos que repite la cumbiera intelectual. Esto tiene que ver conmigo no más. Porque al fin y al cabo, uno trata de entender lo inentendible lo mejor posible. O lo más aterrizado posible. O por último, acercarlo al concepto misterioso más cercano, pero no por eso menos inasible. Al final me mando un Huidobro y me conformo con mi respuesta: el de arriba está entre razón femenina y cuezco de palta.

C:

Sopaipillas o de como quiero ver el fin de la película

Un clásico recuerdo automático, como el que se dispara cuando entras a un auto nuevo por primera vez y vuelves a tener 10 años, polerón verde ochentero con un mono yanqui estampado diciendo una frase inentendible porque aún no sabes inglés y zapatillas jet negras con agujetas rojas, de las que ahora los lolos encuentran cool y buscan en el persa Bío-Bío.
El gatillo del recuerdo es sencillo, pero contundente: café conversado con Jorgito, cuando comienza a caer agua (de arriba para abajo, como reza uno de los ufemismos simpaticones de mi viejo) con telón de fondo grisáceo. Sin pensar, pongo un tanto del tiempo presente en pausa y me veo en San Javier, al lado de la salamandra del comedor, azuzando con un antiguo fierro de camión (quizá parte de la transmisión, aunque en ese tiempo a lo único que lo comparaba era a la pistola de algun Transformer) las brasas del carbón que se resquebrajaban de vez en cuando. Al lado mío, la puerta que daba al patio cubierto por el viejo parrón, que escurría agua de lluvia por las cuantas hojas verdes que aún le quedaban, dejaba entrar el frío por una pequeña rendija cerca del piso. También entraba el olor a humo mojado. Así lo llamo yo, no tengo otra forma de describirlo: humedad mezclada con humo de carbón, en un lindo paquete invernal. Y a sopaipillas. Olor a sopaipillas. Sabor a sopaipillas. El mantel a cuadritos, pero hecho por rayas que se cruzaban infinitas veces, y que a pesar de eso intentaba contar cada vez que podía. Cubiertos del año de la pera (de la manzana para cierta señorita), vasos aún más antiguos. Tazas ancestrales, con el clásico reborde meid in Lozapencou. Agüitas de boldo, romero, ruda y níspero, del año del mismo. Mi abuela en la cabecera de la mesa, lentes oscuros, ojos claros. Paila con huevo, pero ese huevo amarillo de campo, del que tiene sabor a huevo, del que si pusieramos a pelear a los huevos, este gana por walk-over, porque al otro huevo le da miedo su choreza.
No sé que vaya a pasar con esa casa en el futuro. Nadie lo sabe. Yo no sé que pase conmigo en 20 minutos más, puede que me caiga una tonelada de plumas encima y me aplasten, casi como una película de Looney Tunes. En todo caso, como lo dice Cake, igual quiero quedarme a ver el Fin de la Película.

C:

domingo, 13 de abril de 2008

Chuck Norris o de como la casa es chica pero el vecino molesta igual


A la Conny le gustó la polera. Es la clásica polera que cuesta luca. Con un signo de Batman gigante que, increíblemente, no se salió luego de la primera lavada (Omo con BlancoActivos no es de mentira). Y más encima viene con otra de regalo, que para colmo de colmos es mejor que la que te compraste, aunque en verdad te compras las dos, pero una con intención, que justamente es la penca. O sea, el gusto en las patas.
Aún así, en el cumpleaños comunitario del Negro y la Conny en el reducto de los Muñoz-Rojas (no he puesto al espíritu santo en ninguna parte jóvenes tórtolos; es netamente una aseveración) lo que más me penó fue la polera del maestro Chuck Norris. Cantidad de epítetos sobran sobre sus múltiples "capacidades sobrehumanas" ("Chuck Norris no duerme, espera", "En los estados juntos hay 4 tipos legales de condena a muerte: Silla Eléctrica, Ahorcamiento, Inyección Letal y Chuck Norris", "Chuck Norris no hace flexiones, empuja la tierra", "Chuck Norris puede matar dos piedras con un mismo pájaro" y un sinúmero de suculentas continuaciones). Es como si el imaginario colectivo yanqui uniera en el Guoquer Tecsas Reinller al "Superhombre" nietzcheano de Así habló Zarathrustra con el "Walt Whitman" de Whitman en Leaves of Grass, salvo que Chuck en vez de ser uno con el universo y los campos y los bosques y las mujeres, los agarra a todos a patás caratecas de esas que son con voltereta en el aire y elongación de fémina gimnasta olímpica. Y cantidades de epítetos sobran también sobre la mentada polera, con un Chuck volando por el aire para aforrarle el suave charchazo kungfuístico a un pobre venado, porque Chuck Norris no sale a cazar, sale a matar (cazar puede inducir a confusiones por la posibilidad de errar, Chuck Norris no erra...nunca).
Siguiendo con poleras y camisas, los regalos de los cumpleañeros entran también en la pelea. La polera Apple de la Conny no se queda atrás. Debo argumentar, de todas maneras, que me declaro ferviente contestatario a los Mac, pero sólo por llevar la contra (enseñanzas de mi señora madre). La camisa del Negro, muy dentro de lo que es Don Amor, gana porotos. Y porotos son los que deberíamos haberle dado al vecino que vino a dar jugo por los efectos sonoros de "unos cuantos niños disfrutando de la juventud". En estricto rigor, no vi al vecino. Muchas buenas conversas sobre la vida, la caña y la suerte con algunas de las señoras esposas. Volví a darme cuenta que las mujeres siempre vuelven cuando recién yo voy. Si yo fuera Chuck Norris, quizá ese no sería el caso.

C:

viernes, 11 de abril de 2008

Vilches medio-alto pero como bajo o de como parecerse al mago Oli

"Un cariñoso aplauso para este gran artista... bastante pálido...", decía Enrique Maluenda luego de que dos tipos con chalecas setenteras, con el clásico diseño de abuelita (rayitas y cuadrillés) y sendos pares de hachas sacaran al pobre Mago Oli de lo que solamente puedo llamar un contenedor de leche Colún.
Debe haber sido el primer mago televisado que vi en mi vida, cosa que no aporta mucho a la profesión de los prestidigitadores. Mención aparte para Helmut. Además de tener un parecido inverosímil con un antiguo profesor de Beaucheff (la voz particularmente y un cierto deseo irrefrenable de espetar sandeces), sus chistes en peseudo-alemán eran tan buenos que creía hasta entenderlos. Pero fuera de estos dos lados de la moneda, no había visto la parte sustanciosa de las desapariciones mágicas, muy al estilo de Las Vegas, pero sin un Elvis en cada esquina. Esto hasta el mítico "paseo" (la palabra paseo se usa tan a la ligera que ya es recurrente para mis viajes a Chile) a Vilches.
Nunca he sabido bien que quiere decir Vilches alto, bajo o medio. Para mi todo es alto, si hay que subir más de 100 metros. O que? se creen muy altos? les dieron salitre cuando chicos? los colgaban de los pies, a lo Batman?. En fin, la famosa reunión fue en Vilches y punto. En el mismo tiempo que Protagonistas de la Fama acababa por arruinarme las noches de estudio (porque el placer culpable de todos era escuchar los pastelazos de los pasteloides de la pastelería del canal 13), todos los asistentes fuimos eliminados por convivencia (algunos más veces que otros). Uno por echarse la radio, de la que salía humito y no del blanco. Otro por comerse mi choripán (eso sonó mal). Otro por desquitarse con el mundo en cámara. Creo que alguien también se ganó la nominación por moverle el auto al Blai unos quinientos metros, para poder escuchar la radio, en ausencia de la nuestra propia, perdiendo al mismo tiempo las llaves. Y finalmente Juaco por ser Juaco. Aunque, hay que decirlo, se autoeliminó sólo. Aún más precisamente, su metabolismo lo eliminó. Lo dejamos en la cama de la pieza del Nacho, donde su hermano muerto penaba (magno acierto de Piki, con la foto del cabro chico peinado a lo Beatle pero sin pelela). La noche transcurrió al compás del carbón resquebrajándose en las brasas y los jugos clásicos de los de siempre.
La desaparición pasó desapercibida. Pero la aparición misteriosa, casi como un relato bíblico, no.
En la sala de estar/tugurio/cementerio de radio/mesa de blackjack dormían los sin cama, ergo, Fósil y C:. Quiero destacar que yo dormía en un rincón diametralmente opuesto al de Basilio. No se pase rollos. A menos que sean de sushi y de preferencia de palta. Como no habían camas y la comodidad es placer de los pudientes, dos sillas bastaron para aguantar mi peso. Eso si, mis rodillas aún me penan. El sueño duró pocazo. De un patadón la puerta del frente se abrió a las 11 de la mañana. Al otro lado del marco, Juaco, con la típica cara de enojado/jodido se paseaba raudo por la sala en dirección a "su" pieza y gritaba con impaciencia: "Quién me dejó durmiendo en el auto del Blai??!!". Nunca supimos como llego allá, lo que si se sabe es que las llaves del auto del Blai aparecieron junto con el míster.

C:

miércoles, 9 de abril de 2008

Fracaso o de como no hacemos uno

"Dos cabezas piensan mejor que una" (no pun intended).
Parafraseando a Badi, Mentira...
Sume conmigo: La Maquina, Rata, Gaby y su servidor, C:.
Meta, sencilla. Mucho más sencilla que las 27 horas de amor. Me refiero a las de verdad (esas con Don Francis jodido hasta el píloro), no al típico McCombo Campeón del que se cree actor porno camboyano y que en verdad se traduce, como la publicidad engañosa del payaso Ronald: "5 minutos de amor "+"26 horas 55 minutos de mirarse el ombligo buscando la pelusa rebelde". Figuritas de regalo en cada cajita feliz como premio de consuelo. Accesorios se venden por separado.
En resumen, un fracaso.
Había que solamente llamar por teléfono. No parece complejo, cierto?. Ah, pero faltaba el teléfono, porque en los dominios de la mente de Rata, el aparato no era inmenesamente suficiente en un primer momento. Me pelé uno del lab entonces (todavía anda en mi bolso, acuérdenme de sacarlo para que los flics sarkozyanos no me deporten por robarme material del estado). Pero el cable no lo traje, porque para que lo llevo si debe haber un cable de conexión R6-R6, como muy bien me instruyó Ratita, maestro de los datos freaks sobre nombres completos de aparatos electrodomésticos (que alguien le pregunte el nombre del motor de su tesis, toma 5 minutos en pronunciar la serie de números y letras) sobre la mentada codificación. Error de C:. La Máquina se encargó de enrostrarlo algunas ("algunas" está entre gogol y gogol y medio) veces. No importa, dijimos, cuando partió directo a su casa en la Cité U para buscar el cable. En el intertando, disfrutabamos de las bondades de la Ratonera con unas cuantas blondas. La vuelta de La Máquina fue igual de fructífera: el cable no le hacía a la cajita de Neuf. Error de construcción, aunque igual se lo asigno a él: digamos que soy partidario de la equidad. En eso Rata pregunta, para que habíamos traído un teléfono. Mi cara de asombro sólo creció con la guinda de la torta: (otra tontera, porque guinda? porque no melón? porque no le ponen más manjar y punto?, asumiendo que siempre mis tortas tienen manjar, de preferencia el de la luna, el sol y Oliver Atom), Gaby sale con la empanada (mejor que guinda, no?) que no trajo los teléfonos a los que teníamos que llamar. Nos miramos resignados por nuestra torpeza. No hacemos uno. Y no creo que compren de medio.

C:

lunes, 7 de abril de 2008

El disco de la gorda o de como ahorrar jabón


El disco de la gorda!!.
Buscando entre turros de discos sin caja propia (de esos que viven guata al sol esperando que los tiren a la basura), encontré el disco con la portada más picante que he visto en Europa (en Chile, les puedo mostrar la portada de Lagar). Una gorda arriba de un bote, con las manos tomadas, sonríe socarronamente. Nunca supe si sonreía porque el pseudo-fotógrafo que hizo collage escolar que con total impunidad llamó carátula le dijo "sonría para que el ingenuo que tiene dinero de sobra para comprar el disco no le de miedo de que usted salte de la portada y se lo coma como aperitivo antes de su diario jabalí de almuerzo" o porque sencillamente sabía que la portada pudo haber sido hecha por su nieto de dos años, después de haberse caído de la cuna y habiendose pegado en la cabeza. La gorda, era la dueña de un tugurio clásico en la pequeña isla de Koufonissi (Isla Cráter), donde nos pegamos con La Máquina buenas comidas y mejores vacaciones. Playas increíbles, con casi nada de gente. Y de noche, fiesta donde la gorda. Llamaba a su marido a grito pelado, casi como si el macabeismo hubiera comenzado en las Ciclades. Se ponía a cantar, para que todos (cuando digo todos, son TODOS) bailaran al ritmo del violín y la melodía repetitiva.
Aún así, alucinaba con la apuesta de meterme al ruedo, a dar jugo una vez más, pero esta vez en griego. Cuando supe que tenía un disco, le pedí a una amiga coterránea, que vivía abajo de un árbol haciendo artesanías para poder volver a Chile y a su natal Constitución, que me pidiera una copia. Ella dijo que no tendría problemas, siempre y cuando la dejara usar mi ducha, porque no había tenido una en algún tiempo. Sólo baños marinos, con un poco de jabón. "Ni un problema", dije sin pensarlo.
Así tuve el disco.
Autografiado. Lo malo es que no sé que dice, o a quien se lo dice o porqué lo dice.
Perdón, se porque lo dice... Pero esa es otra historia.

C:

Nieve o de como toma tiempo

Se parece harto.
En Gambetta, la ventana de la cocina daba a un jardín interno (parte del privilegio de habernos rajado con las tremendas dependencias), donde siempre habían dos o tres cabros chicos con pinta de malas pulgas. Recuerdo una vez que Jorgito se despertó para ver un terrón de arena que volaba por la ventana y caía en su cama. Para suerte mía, terrones nunca llenaron el piso de mi pieza. Mirando hacia afuera, se veía el típico arbol formato abedul, con hojas como la bandera de Canada, pero más rascas.
Llegado recién en Septiembre, con el café número seis por abajo en la mano, me sentaba en la mesa-comedor-tablero marcador-especiero, esperando. Nunca supe qué, aunque probablemente haya sido a la lola que vivía en el edificio de al lado, a la que todos los tres en el departamento le teníamos ganas, casi como en el comercial de Sprite. Ese árbol siempre nos tapaba la parte interesante de la promenade (nos es un poco excesivo, no puedo hablar por Trejito). Un día de Diciembre (me acuerdo hasta del número, un tres) el mentado arbóreo amanecio blanco entero. El pasto también. Idem el suelo. Para mi no era la primera vez, pero si la primera vez que lo veía en mi casa. Y también era la primera oportunidad que sentía el reducto gambettiano algo más acogedor, algo más como hogar.
Ayer, en el árbol en frente de mi ventana, como dijo Super Taldo, mismo argumento, misma historia pero distinto personaje: nieve a pierna suelta. El dato me lo pasó la Ñaño. Salí con frío hasta el tuétano para ver nevar. Unos negritos se paseaban también. La escena del negativo se me vino a la mente, pero esta vez en positivo. Y cerca de mi casa.
Es bueno, eso de sentirse un poco en casa. Es verdad, mi colchón aún no tiene el típico hoyo como el "mío propio" de Talca, o mi taza no le falta la mitad de la oreja que se la voló mi hermano cuando eramos más chicos y yo aún no lo miraba para arriba. Pero se siente más como casa. Toma tiempo.

C:

martes, 1 de abril de 2008

Lyon o de como andar en bicicleta extrema

Linda ciudad. Primera impresión notable. Mucho más de lo que me esperaba, y me esperaba mucho. Súmele a eso buena compañía y mejor hospitalidad. Lyon se está ganando buenos porotos en la cuenta personal de C:.


Ya la conferencia partió bien: hablé al tirante y no di jugo (aún si lo hubiera dado, 20 minutos de jugo no ahogan a nadie). Más encima, la ENS de Lyon me gustó. La gente es relajada y no se estresa à la parisina. Como que todo me anda gustando, pero ojo: no es que me sirvan todas las micros. Un poco de ojo crítico hay que tener. En mi caso, estómago crítico: dicen que la mejor comida de Francia es de acá, así que vamos a probar tal postulado.
Me recibió Germán en su departamento, digno de Ripley. En el centro del viejo Lyon, al lado de los puentes y bares y tugurios. Claramente, prestos a ser tasados. La Fran me esperó con queque (es cierto, no quedaba mucho, pero la intención me importa más que el hecho) y café. Qué más se puede pedir?.
El corto tour nocturno lo hice en vélov, hermano pudiente de la vil vélib parisina. Recovecos al lado del Rhône, bicicleteados. Buen ejercicio, y se necesita. Mañana veremos cuanto.

C: